LA SEMENTERA
Una vez terminado el verano agrícola, el labrador ya estaba pensando en la nueva cosecha, en la nueva sementera, en esa rueda sin fin de ciclos cerealistas.
En septiembre, se echaba, en las tierras a sembrar, la basura, los abonos orgánicos que cada casa de labranza había ido preparando a lo largo del año.
Las camas y los excrementos de los animales de tiro, se sacaban de las cuadras cada día y se echaban en los hoyos de los corrales. Allí iban a parar también las barreduras de cochineras, apriscos, consejeras y gallineros, junto a los desperdicios varios de comidas, trébedes y glorias.
En el hoyo, que recogía abundantes aguas, se iban cociendo todos estos materiales orgánicos y enriqueciéndose como abonos. Estás basuras fueron durante siglos, las únicas ayudas y recomposiciones que recibieron las tierras de pan llevar.
Preparación de las semillas.
Antes de generalizarse la selección técnica, racional y mecánica de las semillas, éstas eran elegidas de los mejores granos de la cosecha.
Del montón elegido para la semilla, cada jornada de sementera se apartaba la cantidad a utilizar y se le rociaba con un disuelto de sulfato, que mataba los parásitos de los granos.
La Siembra
El período de sementera empezaba avanzado octubre y duraba hasta fechas cercana a la Navidad. Se apuraban al máximo las jornadas, ya no muy largas de sol, para que los sembrados se aprovechasen de las lluvias del invierno.
La jornada del labrador durante la sementera, solía ser "para todo el día", las horas de luz mermaban y había que apurar soles. Al mediodía, se soltaban los pares, y ganado y sembradores reponían fuerzas con una comida y un pequeño descanso. Cayendo la noche, regreso al pueblo, donde, tras cuidar de la yunta y a preparar la semilla del día siguiente.
Tradicionalmente, durante muchos siglos, la siembra de cereales se hizo a voleo, una vez en la parcela a sembrar, se tomaba en un costal parte del grano y, colgado el talegón sobre un hombro, con la boca abierta hacia delante, el sembrador iba esparciendo la semilla a voleo, cubriendo en casa viaje longitudinal la anchura de una "amelga".
Tras el esparcimiento, el sembrador tapaba, amelga a amelga, la semilla, en una jornada de continúas alternativas de labores, entre el sembrado y el tapado.
La Escarda
Esto suponía que, además de las plantas de cereal, se criaban malas hierbas, generalmente de raíces más profundas, y por tanto, chupadoras de buena parte del tempero de la tierra.
Amapolas, cardos, avenas locas, mielgas, matacandiles, eran las plantas más comunes.
Aricar
Una modalidad de escarda y de arrastre era la labor de aricar. Consistía en pasar un arado ligero, de reja rebabada y estrecha, por el valle del surco, con el fin de cortar las hierbas foráneas.
Y esperar
Con la siembra y estás labores de limpieza de los tallos, terminaba el ciclo de trabajos para el nacimiento, en mayo y junio se jugaban el pan y el hambre, mirando al cielo.