Aún se conservan en Villamarco de las Matas los hornos de leña, donde se hacia el pan y todo tipo de repostería, en su mayoría de adobe, con forma circular u oval, con bóveda curva que facilitaba la circulación del aire caliente.
Estos hornos eran calentados previamente a la cocción, aprovechando que las paredes de barro conservaban el calor largo tiempo y cuando el horno estaba caliente las brasas se apartaban hacia los lados, dejando el espacio central para la cocción.
Las personas encargadas de la preparación del horno sabían y tenían bien aprendida la manera de funcionar estos hornos ya que al principio hay mucho calor que se va reduciendo hasta conseguir una temperatura ideal, a partir de lo cual ya se puede poner toda la repostería, no en vano cuando una situación está muy caliente se dice que “no está el horno para bollos”.
No hace muchos años que estos hornos eran un elemento importante en las casas de los pueblos, estaban situados en corrales o patios, siendo asi una pieza más de la casa.
Cuando más se utilizaban era previa a la llegada de las fiestas del pueblo, La Inmaculada, los días, 8,9 y 10 de diciembre, las familias hacían los preparativos con el fin de recibir a los familiares que casi siempre regresaban para la fiesta, y se turnaban (no todos los vecinos tenían horno) para hacer el pan y las pastas, llenando las estancias de un olor a anís dulce, cuantos de nosotros ayudamos a doblar aquellos moldes para las llamadas “mariquitas”, hoy llamadas magdalenas, que recuerdos………