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El Caño

El Caño


El Caño,esta ubicado casi en el centro del pueblo en la calle Pozo-Villa. De ese agua hemos bebido todos, personas y animales.
Ha sido el vital líquido para generaciones del pueblo.
Es un agua excelente para cocinar garbanzos, alubias, lentejas y otros granos. A pesar de tener aljibe o pozo de agua potable
en casa, todas las tardes había que traer agua del Caño para “echar a mojo” los garbanzos del día siguiente. Por supuesto,
había de sobrar suficiente para “añadir” al puchero, durante la cocción. Era la mejor agua para lavar la ropa, y sobre todo
el pelo, pues no “cortaba el jabón Por cierto, el agua del Caño de Villamarco, en botijos de barro, puestos a la sobra de
las matas o simplemente debajo del carro en la Era, se refrescaba como si estuviera en un refrigerador.
A las casas se la transportaba en cántaros y calderos. En épocas en que Villamarco tenía seis u ocho veces más población que ahora, hasta se formaban colas para llenar el cántaro, que de tanto ir a la fuente terminaba por quebrarse.

Esto nos recuerda los tiempos en que no habia grifos en las casas y teniamos que venir aqui para llenar unos cuantos calderos de agua para llebar a casa.Recuerdo que estos grifos te dejaban las manos hechas polvo de tanto apretar.

 


El Lavadero de Villamarco 

En algunos pueblos todavía quedan lavaderos, o vestigios de ellos. Los lavaderos no eran sólo unas pilas gigantescas que aprovechaban agua de manantial para que las mujeres pudieran lavar las ropas sucias por las labores del campo y la ganadería de los hombres durante siglos, sino que era una obra con cierta ingeniería hidráulica. A la hora de buscar un emplazamiento en el pueblo para el lavadero, había que ser muy escrupuloso. Hay que recordar que cuando se construyeron en los pueblos los lavaderos, no existían las presas, los embalses,  y demás adelantos hidráulicos con los que hoy en día contamos en los pueblos, ni las ventajas de tuberías en nuestras casas de pueblo. Así pues tenían más conciencia que hoy en día en el aprovechamiento del agua.  Era agua natural, pura, que brotaba, o bien un ramal de un río. Tenía que haber cierto desnivel, por que en la parte alta salía el agua de fuente, de consumo humano, pasaba a través de unos abrevaderos de piedra, donde las caballerías bebían. El agua llegaba pues hasta el lavadero en sí, que solía estar dividido en 2 pozas o piscinas. La primera, donde llagaba el agua para aclarar, y la segunda para lavar. Era así y no al revés, por que si la primera era empleada para lavar, el agua por decantación pasaba a la segunda poza ya con jabón y sería tarea imposible aclarar las prendas. Todavía hoy en día se usa en muchos pueblos estos lavaderos, sobretodo para prendas grandes, como alfombras, pero también por lo que a continuación se explica.

La vida en los pueblos, en sus casas rurales antiguas, en sus caserones, era a veces muy hermética, sobretodo para las mujeres. Los hombres iban al casino, donde podían fumarse sus cigarros, tomar su café, su anís,  jugar sus partidas al guiñote, y beber algún trago de vino. Relacionarse, a fin de cuentas. Las mujeres lo tenían más complicado, no estaba bien visto que entraran mujeres a los bares, y esas casas de pueblo eran su propio mundo. El lavadero cumplía una función socializadora para ellas, les permitía salir de casa, hablar con cierta soltura (raro era ver un hombre dentro del  lavadero) y a la vez seguir trabajando para llevar la casa, lavando todo lo que hacía falta. A fin de cuentas ha sido la labor principal de la mujer durante muchos siglos.

El lavadero del lavadero del pueblo es pues,  testigo mudo de muchísimas generaciones de secretos, romances, mentiras, desgracias, alegrías, nacimientos, guerras… es lo que sigue forjando el carácter adusto de un pueblo, junto con la iglesia y las casas de pueblo más importantes. Abajo puedes ver fotos del lavadero de Villamarco.

Antiguamente, el lavadero era el lugar dentro o fuera del hogar en que se lavaba la ropa a mano sobre una tabla o piedra lisa que también recibía este nombre.

Hasta la popularización del agua corriente en las casas era frecuente encontrar en los pueblos y ciudades construcciones donde las mujeres acudían a hacer la colada. Eran lugares de encuentro y transmisión de información de la vida cotidiana

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